En los día de Obelix y los suyos, sus enemigos, los romanos, usaban una pequeñez que llamaban subligaculum para calentarse la entrepierna en climas fríos (culum es un sufijo que indica pequeño). Así, se enfrentaban a la batalla y al frío con un taparrabos diminuto. Los galos, sin embargo, vestían una prenda más abrigadita, larga hasta los pies, que recibía el nombre de “braga”. De ahí que a los galos les llamaran bracati(bragados) por el uso de bragas. Y las de Obelix eran de encantadoras rayas azules y blancas.
Los romanos acabaron adoptando la prenda y la palabra. Extendieron su uso allá por donde sembraron Imperio, y, con el tiempo, se convirtió en una prenda interior, solo para mujeres, y fue reduciento su tamaño hasta hacerse tan diminuta que a mí a veces me cuesta encontrarlas
Este hallazgo de las bragas de Obelix lo he hecho en un curioso libro sobre el origen de las palabras escrito por Virgilio Ortega y publicado por la editorial Crítica: “El fascinante juego de las palabras”.
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