Ellos hacen músculo, nosotras, grasa. La máquina biológica tiene esas cosas. Menos mal que es posible hackearla. Pero, ¿qué tiene que ver esto con que ellos tengan más nariz?
Como muestra infalible del rotundo tamaño de la nariz de hombre, veáse este retrato de Carlos III, que tantas veces me hizo pensar en el asombro de una nariz tan real. “En ellas se me ha hecho la nariz casi la mitad más larga de lo que yo la tenía.”, llegó a decir con desparpajo el monarca. (“Ellas” son las medallas conmemorativas por la conquita de la Dos Sicilias). Ellos tienen la nariz más grande para hacer músculo, ¡nada menos!
Al grano, que me pierdo. La cuestión es que un nuevo estudio de la Universidad de Iowa, que se acaba de publicar en la American Journal of Physical Anthropology, ha medido narices por decenas y han llegado a la conclusión de que las de los hombres son, en promedio, un 10% más grandes que las de las mujeres en las poblaciones europeas. Y esta es la razón, segun el autor del estudio, Thomas Southard: ellos necesitan más óxigeno para alimentar su masa muscular. De ahí que la sabia anatomía les proporcione ventanas más luminosas.
Chicos y chicas comienzan a mostrar diferencias en el tamaño de la nariz en torno a los 11 años, cuando se inicia la pubertad. En la adolescencia, los varones ganan músculo, que requiere más oxígeno para trabajar adecuadamente, y, para cumplir con este mandato biológico, la nariz se permite más grandilocuencia. A más nariz, más óxigeno en sangre.
¿Qué ocurre con las homínidas? Pues que al mismo tiempo que ellos ganan músculo, nosotras, se siente, ganamos grasa. Durante la pubertad, aproximadamente el 95% de la ganancia de peso corporal de los chicos viene de la masa libre de grasa (músculos, vamos), en comparación con el 85% de la anatomía de las hóminidas, que ganamos grasa en caderas, muslos y alrededores. Este crecimiento divergente hace que los varones tengan hasta un 45 por ciento de su peso corporal en músculo y las mujeres hasta un 30 por ciento del peso corporal en grasa.
Podríamos renegar de la caprichosa naturaleza, pero antes hay que verlo de otro modo. La razón para que nuestro cuerpo elija grasa es porque hace falta para que crezca y se alimente un embrión antes de que el bebé sepa comer sopa por sí mismo. Así, pues, para ellos la nariz.