Hace años que los estudios sobre sexualidad de la mujer desterraron una maldición freudiana: la envida del pene. El clítoris no es una pequeña colina, como indica su nombre, una derivación del griego kleitoris, en realidad es un volcán anatómico. Su tamaño estimado es de entre 9 y 12 cm. de largo y 6 de ancho. Se extiende profundamente en el interior del cuerpo, curiosamente, en forma de pirámide, una V. La “pequeña colina” en el exterior, es solo la cumbre del volcán. Y, en toda su dimensión, está recubierto de más terminaciones nerviosas que ninguna otra parte del cuerpo humano.
Su magnitud interna la describió una uróloga del Royal Hospital de Melbourne, Helen O’Connell. Aunque ya era conocida por anatomistas de siglos anteriores, pero no se había divulgado. Los estudios de O´Connell acabaron con la reputación de Liliputiense del clítoris y mostró que su enredada estructura tridimensional está fundamentalmente dentro, escondida entre grasa y hueso, una cortina de humo anatómica que impedía verlo. Esa V interior es una gran cantidad de tejido eréctil, con más sensibilidad que ninguna otra parte de un cuerpo humano en toda su superficie, y que no aparece aún en los libros de anatomía.
En el año 2009 (casi ayer) dos investigadores franceses, Odile Buisson y Pierre Foldés le dieron al mundo médico esta primera ecografía completa y en 3-D del clítoris estimulado (en amarillo).
Odile Buisson y Pierre Foldés llevaron a cabo este trabajo sin financiación. Gracias a ellos entendemos cómo el tejido eréctil del clítoris se ensancha y rodea a la vagina, desterrando esa letanía de alcoba sobre si una tiene, o no, orgasmos vaginales.
Esta es su forma. Cuéntalo.